martes, 18 de noviembre de 2008

LA PUTA GRIPE, SHAKESPEARE Y EL COCO






La puta ha llegado. Ha tardado más de lo previsto e ingenuo de mí pensé que este año no vendría. Es una de las cosas que más me fastidian cuando llega el frío, y eso que el frío ahora me gusta, en mi patria no me gustaba.. Me jode además que a pesar de los impedimentos que le pongo siempre aparece. Es vulgar, repetitiva, pesada, molesta, ordinaria y tocapelotas. La odio como a la que más y sin embargo ella parece que me ama y que no puede vivir sin mí la imbécil. Es asquerosa. Es la gripe. Y aquí estoy atrapado en ella y sacándome a veces lo peor de mi. No la soporto, no puedo con ella, siempre me gana. Es la puta gripe, el jodido catarro, el horrible constipado el maldito resfriado o el miserable  trancazo. Que asco. Y así de esta manera me pongo a escribir. (Esta tarde durante una hora la he vencido y he hecho el amor; amor con gripe. Y muy bien por cierto, mucha pasión. Después de hacerlo me he quedado hecho polvo eso si, ha vuelto la puta).
      Dice ahora que el problema es la diferencia de edad. El problema son sus neuronas le he dicho. A pesar de haber sido la única persona que se ha avergonzado de mí, sigo queriéndola. Ha sido importante en mi vida y me gusta que hablemos y me encanta que viajemos. Ha habido días en que hemos cogido el coche y el punto de destino era una lejana montaña.  Y hemos llegado. Eso es un placer. Recuerdo especialmente que unos días después de la muerte (estaba conmigo cuando pasó), montamos en el coche huyendo y llegamos a un desconocido  y pequeño pueblo donde no había nada ni nadie. Anduvimos por las calles solitarias y de pronto aparecieron todos, y en silencio. Estaban en una plaza sentados en sillas y viendo a los actores representar "El sueño de una noche de verano". Amo a Shakespeare. Anoche vi y me gustó My Blueberry Nights. (No te duermas ninguna noche sin ver una película, es uno de 
los lemas de mi actual empresa: vaca-acciones)
         En la comida de ayer, en un restaurante popular y de reparto, había una niña en la mesa de al lado que no paraba de mirarnos. Sus padres pasaban de ella. Mi amigo "el confesor", y profesor,  no la encontraba graciosa, yo sí. Durante el primer plato nos observó tímidamente. En el segundo se acomodó en su silla al revés y pasamos a ser un espectáculo para ella, y parecía muy  entretenido. Cuando acabamos el segundo plato y mientras nos traían el postre, mi amigo no aguantó más, se dio la vuelta y le plantó una sonora bofetada en toda la cara a la niña mirona. Todos nos escandalizamos, menos sus padres. Que en vez de mostrar su enfado, disgusto o preocupación; se pusieron en pie y aplaudieron a mi amigo dándole vivas y otros parabienes sonoros. Al tiempo que se dirigieron a la niña mirona con estas palabras: "Ya sabes quien es el coco querida, y ahora siéntate bien en la silla y cómete todo lo que te queda en el segundo plato y luego lo que has dejado en el primero....o..... llamamos al coco.   Nos pagaron la comida, nos invitaron a una copa y le pidieron el teléfono a mi amigo. 

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me meo con lo de la niña mirona!