lunes, 10 de noviembre de 2008

CENAS, COMIDAS Y MUERTES





   Varios días sin escribir, mala cosa. A ver. El sábado excursión campestre laderas de la montaña. Por la noche cena en casa del vasco. El domingo anulación  de los zapatos. Comida en Mérida para hablar de los abusos públicos y de homofóbias naturales. Por la noche cena , larga y divertida, con muchos cigarros, hasta las 4, en la casa de italia, había también amantes. Hoy lunes sin ganas. Y en medio de todo, ruidos, contactos, conversaciones, risas, desencantos, tristeza y alegría. ¿Estaré preparado para todo esto?: Esta mañana incluso me he atrevido y he ido a buscar el futuro lejos pero en el mejor de los sitios posibles. Está resultando todo tan diferente que no sé si estoy actuando bien. Creía estar preparado para esto y más ¿Y lo estoy?. Cuando iba en el coche meditaba, cuando venía desmeditaba, así ando todo el día. Se me olvidaba algo importante, ayer alguien, por mi culpa, me descubrió aquí. No quería por ahora, pero prefiero quien lo ha hecho, listo, a otros más tontos. También he visto en cine la última de nadie hablará de nosotras..Me ha gustado Ariadna, antes no me atraía.  
  He estado más de un mes sin ocuparme de una parte de mí que tiene que ver con las alegrías del cuerpo, y a veces del alma. Hace unos días volví a ellas, y me preocupa, me quitan tiempo y pensamiento. Debería poder combinar ambas cosas. Puedo. Disciplina y placer ¿están reñidos? No creo, no quiero.
   El viernes fui al hospital a ver a un familiar, mi tío. Visitar a los enfermos es parte también de mi patria y no me gusta mucho pero sé que debo hacerlo por el recuerdo y por la costumbre. Cuando llegué a la habitación del hospital había un visitante más. El enfermo estaba dormido y el visitante también. Vaya situación. No puedo irme. Cuando uno va a ver a un enfermo es más importante casi que él te vea a ti que tú a él. No sabía que hacer pero tenía que quedarme. No conocía al visitante y apenas podía verle la cara, estaba con la cabeza hacia bajo sentado en un sillón,  era mayor. Me fui a dar una vuelta a la terraza del hospital. Era un lugar donde sólo podían acceder los trabajadores del centro, había máquinas de aire y de luz. Un día alguien de dentro me lo enseñó y me gustó. Subí. Me gustan los sitios altos, nunca tuve vértigo a nada  (no sé muy bien si ahora lo tengo al presente y al futuro). Media hora después bajé de nuevo a la habitación de mi tío. Ambos, enfermo y visitante, seguían dormidos, pero me salvó la enfermera. Era la hora de la cena y las visitas tenían que abandonar el hospital. La enfermera despertó a mi tío, al que por fin pude saludar. Le dijo que despertará también al visitante dormido para que se marchara. Mi tío le llamó primero suavemente y al ver que continuaba con la cabeza baja y dormido como un tronco, le dio una voz considerable llamándolo por su nombre. Seguía sin enterarse. La enfermera se acercó a él, le tocó en el hombro mientras le decía: "Oiga por favor despiértese que tiene que abandonar la habitación  ha terminado la hora de las visitas". No respondía. Le inclinó la cabeza hacia arriba y...."¡está muerto!", gritó. Le tocó el corazón y alguna comprobación más.  Llamó a un medico que sólo pudo confirmar que efectivamente estaba muerto. No podíamos creerlo. Le pregunté a mi tío que cuanto tiempo llevaba muerto o..dormido. No sabía exactamente y asegura que cuando llegó estaba bien, estuvieron hablando unos 15 minutos y luego mi tío se quedó dormido y él...no lo sabe. Se lo llevaron en una camilla. Mi tío me dijo: "mejor que hay sido aquí, en su casa vive sólo y nadie se habría enterado."

No hay comentarios: