miércoles, 19 de noviembre de 2008

Un café con el barman/man mientras caen las hojas de otoño y los barrenderos las recogen





Anoche vi una película que me dio mi confesor y debo confesar que debería conocerla pero no era así, para eso vale un confesor. A medida que iba viéndola deseaba haber escrito yo el guión. A mitad de la película ya no me gustó tanto, yo no la hubiera escrito así. Pero hay que verla.  Un joven insolente y riquísimo (con una madre encantadora de la muerte) tiene como principal entretenimiento montar numeritos fúnebres, perfomances, donde finge su propia muerte mediante suicidios, ahorcamientos, tajos en el cuello, balazos en la frente, etc etc. Aunque todos perfectamente preparados la madre ni se inmuta,  y lo que desea es casar al joven para que se deje de tantas tonterías. Pero él conoce a una  liberal y alocada viejecita, cuya máxima distracción  es asistir a funerales y entierros, afición que también posee el joven.  Y ahí se conocen, en un entierro.  Y no cuento más por si alguien está interesado, sólo diré el título: Harold y Maude. Y en España añadieron: Joven Chalado Millonario Seduce a Vieja Chiflada.

  Estoy liado con la técnica, la camarita de vídeo es complicadita. Técnicamente es más fácil escribir que videar, por eso en mis vaca-acciones he videado muy poco, con “tó” lo que tengo que videomontar. El lunes empiezo el corto de las mentiras, quiero ensayar antes con los protas, nunca lo he hecho, pero estoy haciendo ahora tantas cosas que antes nunca había hecho. Es lo que tiene.

 En el garbanzo de ayer, en la mesa, en el plato, en la criada y en la casa de mi exseñorito  (que buen señerito); la del pueblo del cantante de las ovejas, se enfadó. Ella nos inspira mucho humor en las horas aburridas. Luego fuimos a localizar exteriores al mejor plató natural que haya conocido. Gracias a que está hueco por debajo, por minas,  y es peligroso para los demás, lo he okupado para mí. Y me sirve “pa tó”. Y me relaja. Y me reencuentra. Y me pierde. Y hasta me excita.

    Me ha pedido que escriba en su medio, pero lo que le he mandado no le ha gustado mucho, le gustaría más, más de lo mismo. Ahora tendrá que ser eso. Me lo pide el cuerpo y sobretodo la cabeza, a la que rara vez le hago caso. Pues ahora sí. En vaca-acciones utilizo la cabeza, hasta para follar. ¡Qué cosas!.

    He tomado café con mi último descubrimiento. Yo tomo café y el me cuenta y me cuanta y me cuenta. Hasta que llega otro cliente y entonces me voy. Es un barman-man/bear.  Con estilo peculiar y estética self made man del pueblo de al lado, es un todo terreno de segunda mano. Cuando he llegado estaba haciendo  la  odiosa cesta de navidad, no era original, aunque se lo crea, porque una cesta de navidad nunca podrá ser original. Fuera en la calle veíamos a dos barrenderos recogiendo la más hermosa de las basuras: las hojas de otoño. Mi calle parece, cursilariamente hablando, una extensa alfombra amarilla con mil detalles tonales y con tacto de nube caprichosa algodonizada. El  barman-man-self-made les ha invitado a un café. Hemos hablado de cuando la basura es hermosa y uno de ellos dice que la basura más bella que ha recogido no son hojas de otoño sino billetes de 50 euros que tubo que recoger un día. Los basureros siempre tan prácticos. Es lo malo de andar entre mierda, que pierden el gusto. Las hojas de otoño siempre me han parecido objetos preciados y exquisitos flayers de la naturaleza. Puede que algún día con la manipulación genética de  los árboles las hojas salgan con publicidad impresa y al caerse cumplan también una función propagandística.

   Se me ha ocurrido al hilo de cesta de navidad, hojas de otoño,  basureros y originalidad; proponerle al barman-man que incluya en la cesta una bolsita llena de hojas de otoño, y así, además de turrón de torta del casar,  licor de mayonesa, cava avinagrado, datiles picantes, paté de lagarto, salchichón semiberico, tinto tardillo crianza y almendras escocidas;  podrá decir que en su cesta también va incluida una bolsa de otoño fresco para acompañar los días melancólicos.   Ha dicho: sí, está bien, pero ¿qué te parece si mejor adorno los huecos que quedan en la cesta con las hojas de otoño caídas de los árboles que estos señores están recogiendo?. Mu bien tío. 

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