domingo, 16 de noviembre de 2008

la burra





Se llama "cuanta mentira". Rodaremos la semana que viene. Vivir en una mentira es como vivir en un adosado. Una mentira detrás de otra, una casa ridícula detrás de otra. Dicho con humor puede resultar más incisivo ¿o no?. Ya veremos. Tengo a los (mis) dos actores principales y con la tercera tenemos que probar. En el guión aparecen unos tacones y eso me ha llevado a ella.
  Anoche me sentí triste por otros cuando fui a un concierto que yo había inventado hace más de 6 años y hoy no queda ni la idea ni por supuesto la ilusión. Me la llevé yo. Hubo un tiempo en que todo lo iba dejando y a continuación todo se iba derrumbando. Lo que en un  principio parecía un orgullo se convirtió luego en una pesada conciencia de culpa: levanto las cosas, implico a los demás y cuando están, más o menos arriba, me voy, lo dejo.  Los dejo tirados literalmente. En mi nueva situación no ha pasado. (Hoy por cierto he visto algo que tal vez no sé puede qué....Yo que sé. ).
  Anoche después del triste concierto portugués, aterricé sin estar previsto en una triste fiesta "clandestina" de whisky, con chicas anuncio con capa. Hay noches en que es mejor que no salga ni la luna ni tú. Aún así aguanté. 
    Ahora estoy creando carteles duros contra la pegada a mujeres. Maltratar y malmatar a alguien que dice que quieres es propio de la naturaleza humana. Los débiles tienen la culpa de ser amados tanto por los fuertes, la debilidad atrae a los cobardes. He conocido a un cobarde integro, e incluso se le podría llamar cobarde valiente. Son repugnantes sin más. Y encima tiene a una débil valiente detrás. ¡Cuanta pena sentimos, los que la queremos!.  
   Mi encanto de sobrina (aquí no tengo obligaciones sociales por eso escribo con gusto),  se ha comprado un coche y mi hermano de África me ha mandado una revista donde aparece en la portada una mujer que yo elegí para luego arrepentirme. A medida que creces, te dan más fuerte los recuerdos, aunque también te hacen menos pupa. 
  Esta tarde he ido, por obligación, al llamado mercado medieval. Cartón piedra de hojalata falsa. Me he encontrado con una vieja amigactriz que estaba interpretando a una bruja en el falso mercado. Lo hace bien, pero no sé yo si históricamente las brujas se empeñaban en hacer llorar a los niños como hace ésta. Va recorriendo las viejas calles de la ciudad autentica acompañada por una burra.  Su burra.  Es gracioso, mi patria está llena de burras y hoy las tienen aquí, casi,  como atracción de feria (recuerdo al viejo Narbón amantes de burros en extinción). Ella y la burra hacen una extraña pero cómplice pareja. Cuando termina su función les acompaño a las dos. La burra se llama Angela y odia a los niños. Sí. Cuando se sube a ella un niño se queda quieta y se niega a andar. Sin embargo cuando monta un adulto se muestra encantada, obediente y andarina, parece hasta que sonríe. Cuando ya íbamos camino de casa y saliendo de ese cruel circo/mercado medieval, se nos ha acercado de pronto  un joven de unos 25 años. Parecía agitado y muy enamorado, por eso estaba agitado. Pero con problemas de amor; le había abandonado su novia. Y la burra, Angela, podía ayudarle a recuperarla. Permanecimos callados por la increíble historia que nos estaba contando y por que además no paraba de hablar. Hace dos días su novia, ahora exnovia, se había enfadado con él, pero seguían enamorados, según él. Las últimas palabras que ella le dijo fueron : "no voy a volver contigo ni aunque vea un burro volando, bueno si veo a un burro volando y a ti encima de él, a lo mejor te doy una oportunidad, jajaja". Llevaba dos días destrozado, triste, desesperado y buscando la manera de que su novia regresara de nuevo con él. Y en estas nos encontró, más que a nosotros a la burra. Quería que mi amiga le prestase el animal para cumplir  la extraña, imposible y burlesca petición de su novia. Pretendía llevar la burra  a un lugar desde donde su amada pudiera verla,  y decirle entonces y a gritos: "Amor aquí tienes un burro volando y yo encima de él. No hay cosa que me pidas,  por imposible que sea, que no la consiga con tal de volver a estar contigo otra vez, mi amor". Es verdad que el amor vuelve, en algunos casos, a la gente loca, pero es una locura bien pensada, a veces. ¿Dónde, cómo, vas a poner la burra para que tu novia piense o se imagine, ligeramente, que está volando?. "Mi novia trabaja en un supermercado grande y desde donde ella está se ve a través de una ventana una  terraza llena de  máquinas de aire acondicionado  y calefacción. Para subir a la terraza hay un montacargas enorme donde caben cinco burros como este". Lo tenía todo pensado. "Pero mi burra no sabe volar", le dijo mi amiga la bruja, y dueña de la burra y por tanto conocedora de sus habilidades. Pero también para esto había buscado una solución, teatral en este caso. Tenía en casa unas alas grandes pertenecientes a un disfraz de carnaval, se las colocaría a la burra y hasta podría parecer que son suyas. El amor es la mejor energía para hacer volar  la imaginación. Y hasta la burra parecía estar deseando colaborar. No en vano echo a andar rápidamente y nosotros detrás tan contentos, como la burra y el enamorado. 

No hay comentarios: