


Hoy había cola en el cine. No me gustan las colas. No me ha entusiasmado lo visto. Voy más al teatro que al cine, disfruto más (a veces). El cine lo veo en casa. El teatro lo escribo en casa. Mañana sin falta vuelvo a empezar el carajo, ya está bien. Unas horas con mis sobrinas están muy bien, me gustan. Me hablan, me preocupan, se preocupan. No saben todo de mí. No me importaría contar pero quiero que me cuenten ellas. Desde Roma me siguen reafirmando mi decisión última y consecuencia de todo esto que estoy viviendo, sufriendo, disfrutando. Amo a las mujeres de la técnica, me aman. Lo sé. Donde antes estaban las ovejas para convertirlas en industria hoy paseo con gusto. Ahora es museo alegre entre rocas antiguas. Ha llovido y nos refugiamos en el observatorio de las plumas. Allí estaban también una pareja de América del sur con niño. Mientras esperábamos a que la lluvia nos permitiera seguir nuestro paseo, la mujer del sur ha discutido con su acompañante también del sur. El niño ha llorado. Todos nos hemos asustado. Ella nos ha pedido que la lleváramos al pueblo, él lo ha impedido. ¿Qué hacemos?. Hemos dado una solución intermedia. Para evitar que el niño asista a su discusión nos han permitido que nos lo llevemos de allí. Les esperemos fuera, en el bar del museo. Hemos esperado y esperado. 1, 2, 3 y 4 horas. Tenían que cerrar el bar y los padres del sur no han llegado. Pero si ha llegado la policía y se han llevado al niño. A veces los paseos no son tranquilos.
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