


La sierra purifica. Ahora me puedo permitir muchas cosas deseadas desde siempre. Una de ellas es irme de puente cuando no hay puente ni puenteros. Es maravilloso. Nunca me gustaron las masificaciones y menos en el campo. Tampoco las colas ni ser número. Soy así. Ahora en otoño es todo tan de color feliz que he venido de la sierra respirado y aireado. Y un caballo, una yegua. Sobre ella he montado y con ella he corrido. En un pantano sin agua, y un día con la libertad que da una cometa. Y en lo más alto de todo donde se divisa todo. Me lo descubrieron unos apagafuegos. Han sido días de otoño con sol, pueblo, carretera, huerto, agua y cabras. Incluso he visitado la casa de un santo, y me quedo con el jardín antes que con la iglesia. Yo quiero ser santo si tengo ese jardín, lo demás me sobra. Al llegar de nuevo a la ciudad, de nuevo música elegante que antes fue futura. Encontré a gente del playstoceno. ¡Por dios creía que había muerto!. En la sierra paseando por caminos de hierbas salvajes y arboles duros del jamón, encontré a cabras y detrás a su cuidador-pastor. Todo el día solo, sin humanos pero muy bien acompañados por la fidelidad animal. Los perros son sus brazos, sus voz, su ojos. El cabrero nos llevó a su chozo, que ya no es chozo, faltaría más. Y nos descubrió a que dedica el tiempo libre. Todo. Primero en el campo piensa y se imagina que cada cabra es uno de sus amigos, familia, conocidos e incluso turistas desconocidos. Cada movimiento, cada actuación, cada mirada y cada reacción de una cabra es proporcionalmente similar a la de los actores del teatro que se monta en su mente. Cuando está en el chozo, que no es chozo, abre el telón y comienza la función. Ha construido un teatro con lo que ha encontrado en los caminos a las dehesas. Y además ha convertido los palos en actores/personas. Y cada tarde noche pone en escena una obra diferente escrita con las actuaciones reales que ese día han tenido sus cabras. Que en escena no son cabras sino sus amigos, familiares, conocidos y turistas. Y por supuesto todas las obras tienen un componente erótico, faltaría más. Es la manera de que se cumplan sus deseos. "Cuando uno se pasa tantas horas solo en el campo es cuando se da cuenta de la sensualidad de la naturaleza. Y me pone", dice. Se excita mucho, sí. Sobre si alguna vez se lo ha hecho con una cabra, su respuesta es una no respuesta. No me queda claro. Pero yo lo hubiera intentado seguro.
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