



Nunca...Nunca es una palabra que estoy utilizando mucho estos días de new age. Nunca antes había entrado en esta tienda de papeles, franquicia del estado, donde más que nunca se observa el arcaico engranaje del poder oficial. No se ha cambiado tanto. Qué cosa más antigua. Al menos a mí me lo parece. Debo haber estado en otros mundos durante estos pasados años. Hay una realidad en la que no quiero entrar , prefiero la ficción bien remunerada. Parar es también interrumpir. Qué horror estar todo el tiempo interrumpido. Los frenados cogen un número como en la pescadería, pero con menos ganas. Algunos parecen clientes fijos, qué vicio. Son fashion- unemployed. Los pescaderos del trabajo tienen mala cara y poca mercancía, es que el aspecto es desolador. Mi paso ha sido más rápido de lo que parecía (siempre me pasa el mismo miedo a los principios). Pero algo si ha cambiado, aunque sea yo él un único que lo ha experimentado. Descubro a un antiguo feo metido a actor ocasional, que ya no es tan feo y tampoco actor fortuito. Los negocios legales con estética ilegal y envoltorio medicinal son ahora su cometido. Las drogas son buenas para los enfermos. ¿Estaré yo enfermo?. Yo que sé. En esta tienda siempre hay rebajas, por eso siempre está llena, me dice la segurata. Bueno, es segurata, informata, ordenata, consuelata, explicalata y hasta amable. La pobre, qué lata. (Mi primera segurata fue Farrah Fawcett-Majors). Me ha caído bien, yo también a ella. Eso se nota. He hablado más con ella más que con los pescaderos del estado capitalista con estética comunista. Tenía necesidad de contarme cosas, de hacerme participe de como está el mercado. Es una santa. Un día conoció a un hombre con todos los problemas del mundo y por si fuera poco, humilde y encantador , como pocos, dice ella. Y además pelirrojo y encofrador. Ella se enamororó, (cuando uno no se debe enamorar y se enamora, se llama enamororar). No había conocido a nadie así. En las sucesivas visitas que hizo el pelirrojo fue queriéndolo más. Y conociéndolo mejor. Casado, tres hijos pequeños, un padre a su cargo y un piso colmena. Motivos suficientes para no querer a alguien. Ella oía pero también sentía. Cuando los sentimientos están más claros que la razón, no hay razón que valga, aunque posea toda la razón del mundo. Un día que tuvo turno de noche. Buscó el expediente del pelirrojo. Se metió en el ordenador de las ofertas y dio al enter. Una semana después el encofrador pelirrojo estaba trabajando de auxiliar de biblioteca.
Antes de todo, un día mientras hacía cola para sellar, le preguntó por su trabajo ideal. Puestos a soñar me encantaría trabajar en una biblioteca.
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