



El cocido es un plato para reventar. Cuando era pequeño no me gustaba. Ahora sí. Aunque de vez en cuando. Está claro que hoy he comido cocido y telenovelas. No acabo de entender por que aún hay gente que no prepara postre para comer. Una comida sin postre es como una vela sin cera. No lo entiendo. No puedo imaginarme la vida sin postre. Existencia vacua. La gente que no le gusta el postre siempre ha sido vieja. Prefiero ser hombre-postre a hombre-piterpan. Cuando en el sexo hay más de lo habitual yo hago de postre, me encanta. Sólo aquellas personas que saben llegar al postre son interesantes al cien por cien. Las otras pueden serlo también pero menos. (A quien tiene abejas nunca le falta un buen postre). Natillas (por este orden), flan, crema catalana, tiramisú, mousse, dulce de leche, molotov portugués, tocino de hielo, merengue, leche frita. Yo tengo gula postrera: deseo desordenado por el placer del postre. ¿Y qué?.
Hoy no había postre ¡a tomar por culo el cocido!. Para dominar el cabreo que me ha entrado, he salido al patio, he cogido un cactus hiriente y punzante. Le he metido en agua caliente hasta que se ha cocido. Luego lo he convertido en infusión. No hay cosa más amarga (también coloca). La anfitriona y cocinera ha sido la primera en beber la infusión y en gritar. Pero luego ha querido follarse a todos. ¡Qué falta le hacía! Pues a mí me hacía falta el postre. A ver si lo entendéis de una puta vez.
No hay comentarios:
Publicar un comentario