jueves, 4 de diciembre de 2008

Estar en la resistencia






Llevo 12 horas cabreado. La exigencia de la paciencia.
De 11 a 17h mierda contractual. De 17 a 20h (putos) ensayos del corto. 
De 20 a 22h. teatro con la Compañía Nacional de Teatro Clásico. Durante estas 2 horas no he estado cabreado por la buena dirección. He encontrado en los pasillos a 2 considerados, uno viejo y otro nuevo. En uno pienso más, está siendo una sorpresa confusa. 
 Toda la mañana y parte de la tarde con dos problemas unidos por el dichoso teléfono que se mueve. Me jode y me rejode que no me cojan el exasperado teléfono, aunque yo lo haya hecho. La primera es de esos casos que no matan una mosca (crees) y terminan matando una ballena, de las protegidas encima. No sé si todo estará en mi cabeza, no sé si será para tanto, no sé si será un molino de viento, no sé si serán blancos o negros los fantasmas. Sólo sé que quiero saberlo. Es sólo un cambio de estado ¿Solo?.
  El segundo problema es mucho más enrevesado, pero menos vital-acción, tanto que en el mismo confluyen varios conflictos. Y en medio nosotros, los artibreros.  No quiero tener ahora más tribulaciones, aunque me fortalezcan. No. Me impedirían resistir a gusto.  
Prefiero estar en la resistencia que con la resistencia. 
  En las vaca-acciones todos las temperaturas son hermosas, todas las lluvias bienvenidas, todas las hojas bien caídas, todos los vientos bien soplados, y hasta todos los fríos felizmente disfrutados. Parece una nueva estación.  ¿Y cuando llegue el invierno invierno?. 
    Ayer estaba el tiempo adverso (un día feo) para los demás, y yo con ganas de disfrutarlo.Lo conseguí. Fui al museo de la piel de las ovejas muertas alemanas, donde sólo se habla el fluxus, y su agroviuda.  Es un deleite fluxuar por allí. Es mi circo más querido/divertido. 
     Y allí tuve un reencuentro dichoso, casi inesperado y por eso más dichoso. Tenía que haber ido yo a él, y vino él a mí. En su pública vida le admiro. Ayer (casi) fuera de su privilegio anterior estábamos más cerca. Y sabía que lo haría.  ¿La nostalgia es mala o es depuradora?.
   En este museo de arte y confección contemporánea por obra y gracias de la piel de las  ovejas y de su pastor alemán Vostell, hay obras para jugar al escondite, para ponerte del revés, para ser tele, y otras para sonreír con orgullo. Hay cosa raras, para que nos entendamos. Yo soy raro, para que nos entendamos.  Se llevan a cabo acciones/performances de arte y movimiento, y ayer actuaron para nosotros. 
     Trajeron para ello a 10 mujeres del pueblo de cierta edad. Las vistieron de enfermeras, pero con trajes negros, hasta la cofia era negra. También había 3 burros y un chino (al final me dijeron que era japonés pero que hacia de chino en la acción).  El chino estaba montado en uno de los burros. En los otros dos había una televisión con imágenes de Wall Street en uno, y el otro no cargaba nada pero delante de su cara llevaba una careta de cartón con el rostro de Jacqueline Kennedy . 
     Llegaron en procesión. Primero y en 2 filas iban las 10 enfermeras negras  tocando las castañuelas. Las dos últimas portaban una pancarta que ponía "everything is wel", y a la vez repartían ajos entre todos los que estábamos allí. Después de ellas venía el chino (que era japonés aunque hacia de chino) montado en el burro y pintándose la uñas de rojo. Y cerraban la comitiva los 2 burros restantes. Para que hicieran bien su trabajo les dirigía su dueño, vestido de bombero.
Consiguieron llegar al fondo de la sala. Si situó el chino y su burro en medio y a ambos lados se repartieron por igual enfermeras y burros. (El dueño de los asnos vestido de bombero se quedó entre nosotros) Sonó una canción de Dolly Parton y fueron pasando todas las enfermeras con la mano tendida y pidiendo limosna, delante del chino . Mientras, este iba vertiendo gotas del pintauñas en las manos de las enfermeras. Cuando todas las enfermeras estuvieron colocadas otra vez en su sitio, se paró la canción de Dolly Parton y el chino sacó un megáfono y dijo en voz alta: ¡d'not worry be happy!. 
Entonces entró en escena el dueño de los burros 
vestido de
bombero, se acercó a los dos asnos que no tenían un chino encima y les metió
algo en la boca. Luego  les dio la
vuelta poniéndolos contra la pared, 
con el rabo y el culo para nosotros. Y se retiró. 
Estuvimos 1 minuto
(más o menos) en silencio, y de pronto uno de los burros, el que tenía la
careta de Jacquie  Kennedy,  comenzó a cagar. 
El otro no.

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