

Que mal he dormido esta noche. A las 6 de la mañana estaba ya hasta los huevos de dar vueltas, así que me levanté y me fui a misa al convento de las Teresianas.
Escuché la misa, sin ningún interés por supuesto, las escuché cantar, que si me interesa y me entretiene mucho más. Me gusta especialmente como cantan el Kirie eleisón, aunque hoy han desafinado en el Sanctus especialmente en el momento de Pleni sunt caeli et terra gloria tua. Pero de nuevo han hecho que me eleve casi hasta el cielo cuando han entonado el Omne delectamentum in e habétem, ¡Qué delirio sonoro diosmio!. Este gregoriano lo canta una sola voz que me tiene enamoradito desde el primer día que lo escuché, hace ya dos años. Así que hoy me he decidido y he ido a ver si conozco a la monja que lo canta. Ya sé que es difícil, son monjas de clausura y no se las puede ver, pero hoy lo voy a conseguir por cojones. He esperado hasta el final de la misa y cuando se ha marchado la gente y el idiota del cura, que siempre me mira con mala leche, me he acercado a la sacristía y he tocado la campaña que hay delante de una gran ventana de madera vieja, que es por donde se comunican con el exterior. "Ave María purísima" y una voz desde dentro contesta "sin pecado concebida, ¿que desea hermano?". Buenos días hermana tengo un problema y a ver si me pueden ayudar. Resulta que al terminar la misa me he clavado sin querer una clavo en el banco de la iglesia, estoy sangrando y creo que me voy a marear, y me da miedo porque estaba oxidado. La monja contesta: "Por dios y la virgen santísima hermano vaya corriendo al médico nosotras aquí no podemos hacer nada, sólo rezar". Ay hermana por favor me estoy poniendo malísimo no puedo ni moverme por favor curenme. Total y para resumir al final entre en la clausura, antes me autolesione levemente con mi navaja en la pierna. Y conocí a la monja solista que tan bien cantaba el Omne delectamentum in e habétem. Qué desastre. Era más fea que que un bulldog masticando una avispa. Que decepción. Al terminar la curación y la decepción les compré unos dulces, unas perrunillas, luego fui a buscar a mi dealer, cogí el coche y me marche a Madrid a ver una exposición de Edward Steichen.
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